miércoles, 11 de febrero de 2009

INMUNE


Ya antes había habido guerra con las entrañas del imperio, ya antes había habido discordia en los pensamientos más profundos del fénix, pero ¿cuán lejos puede llegar éste caminando bajo una lluvia constante de su propio fuego?

La cosecha del odio tiene consecuencias, por supuesto, el que cosecha maldad, maldad tendrá, y si ese mal es necesario para obtener el fin mayor, el fénix tendrá que ser inmune hasta a su propio poderío. Algo que crece de tal manera como el calor de una animosidad entrañable, debe de afrontar con la mala hierba que se vaya generando en la trayectoria hacia donde el destino de la fuerza nos indique. Habrá momentos de felicidad donde paresca que este fatalismo se olvide, pero el fatalismo y la destrucción son las llantas de esta máquina de guerra en la que cabalgamos. Nadie nos para, nada ya, ni siquiera el cansancio, pues la necesidad de pelear es inmutable, incorrompible, y ni la muerte puede detenerlo, es por eso que la continuidad del diario de la entropía, pese a lo que pase; habiendo pasado ya por la traición máxima, el paso del sustituto, la incorporación de los nuevos generales, la pérdida, la reincorporación, el letargo, y en esta ocasión, la inmunidad.


Inmune el fénix.



Inume hasta al fénix mismo.



DESTRUCCIÓN PESE A TODO


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