sábado, 31 de enero de 2009

LETARGO


¿Qué ha sido de esos devilstonian que amenazaban con destruirlo todo? ¿qué tan atrás han quedado? Y mucho peor aún ¿qué fue de esos fénix llenos de esperanza que fueron arrebatados de sus hogares para pelear una guerra que a nadie le importa perder?

¿qué es una guerra si a nadie le interesa ser basura del enemigo?
¿cómo se puede ganar algo que no se tiene interés por ganar?
¿quién realmente es el aliado y quién el enemigo?
¿existe el aliado?

La guerra sin finalidades es una guerra perdida, un letargo que a nadie le interesa, la guerra desprovista de posibilidades y repleta de surrealismos que más tienden a caprichos que a ideales a nadie le interesa, al pueblo ya no le interesa la libertad, el pan y el circo son suficientes, talvez lo único que agregaría a esta lista de primeras necesiades del mexicano contemporáneo sería la estúpidez que el alcohol brinda. Déjando el placer natural atrás para volverse una adicción televisiva que solo hace perder la noción de lo que primero debería de necesitarse.

¿qué pasaría entonces si se ganase una guerra que a nadie le importaba perder?

La guerra es destrucción, la guerra es cambio, la guerra es renovación, claro, esto hablando en términos de una guerra justa, algo que se necesita, no como las guerras de conquista estadounidenses. Igualmente es claro que toda guerra es una conquista, pero no todas las conquistas son opresivas, aún existe la conquista de la libertad y de la justicia, una justicia que ya a nadie le interesa, pues la mezmerización nos ha derrotado, sería completamente irónico, que a batallas como esta no se tuviera que temer porque el enemigo está predispuesto a que el pueblo primero regala su libertad de ser a regalar una hora de su programa favorito.
Al pueblo ya no le interesa el sacrificio, a ellos les interesa la inecesidad hedonista, el placer inmediato. El pueblo ya no está dispuesto a ser digno, el pueblo está dispuesto a arrodillarse a cambio de ser aceptado en una discriminate escena llamada derecho de admisión.

Ya ni siquiera los adeptos al imperio dan muestras de resistencia a estos medios de control; así en el retargo retrocedo y veo que el fin no solo debe de ser para el enemigo, el fin debe de ser total, pues si en este punto tán trágico de la batalla, vemos que la solución puede ser manera de revés en cierto momento cercano, todo mal debe de ser eliminado.

Espero que el letargo no traiga sufrimiento, pues entre más se pasa el tiempo menos interferencias a su poderío, el fénix podrá hacer.

Solo prometo una cosa: Yo cumpliré las metas del imperio, pese a la soledad, pese a la locura.

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