jueves, 10 de diciembre de 2009
UN HOMBRE GORDO, GIGANTE Y CUBIERTO DE ORO
Entonces, Fecal decidió que Carstens ya no era necesario en Hacienda; el pueblo brincó de alegría, aún cuando nadie sabía quién sería el nuevo encargado del puesto, finalmente el moustro que devoraba sus cosechas ya había sido corrido del pueblo.
Sin embargo, cuando más euforia había entre los linchadorcitos, Fecal sonrío con aire de bajeza (...), y alzó su ceja con ese peculiar gesto de prepotencia y maldad, entonces levantó a los aires su pequeño dedo índice tamaño meñique, tan solo para decir su siguiente decreto como máxima deshonra mexicana:
-"Ahora"- dijo -"Les revelaré cuál el siguiente puesto que le he asignado a nuestro gordito favorito"- Los mexicanos voltearon de golpe y sorprendidos, en expectativa, temerosos de un negro porvenir. -"¡Mexicanos volteen y escuchen mis decretos!"-
-"Carstens ahora reinará como líder del banco de México, osea, que dirigirá el dinero de la nación directamente ¡Tactilmente!"- Y una carcajada macabra estremeció con sus ecos, los corazones de todos los oyentes, quienes vieron entonces, perdidas todas sus esperanzas y buenas ensoñaciones.
El cielo se ha nublado nuevamente, el despido de Carstens nunca fue realmente una noticia de júbilo y alegría, era tan solo una condena contra los mexicanos, y una cínica seña de que Fecal volvió a su moustro un hombre gordo, gigante, y cubierto de oro.
-Ya veremos qué tan mierda es su sucesor...
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